Educación infantil (España)
A partir de la LOE el Real Decreto 1630/06 de 29 de diciembre regula las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de infantil en todo el Estado y es completado por los distintos Decretos de Educación Infantil de las Comunidades Autónomas con competencias en educación. El Real Decreto 1630/06 deroga el Real Decreto 1330/91, el Real Decreto 828/2003, el Real Decreto 2438/1994 y todas las leyes de igual o inferior rango. Se está desarrollando una nueva propuesta de Real Decreto para el primer ciclo.
Con la promulgación de la siguiente ley a la LOGSE, la Ley Orgánica de Calidad de la Educación esta etapa no sufriría cambios significativos exceptuando en el primer ciclo (que perdía gran parte de su carácter educativo primando lo asistencial y denominándose "Educación preescolar"). La Educación Infantil pasaría a ser una etapa de ciclo único en la que se enfatizaba el aprendizaje de la lectoescritura, las destrezas matemáticas, el uso de las TIC y la iniciación a partir de cinco años en lengua extrajera. Tras su derogación la LOE retomó la estructura original de la etapa pero se mantuvo el énfasis en la lectoescritura y las competencias en TIC y lengua extranjera.
Estos contenidos están orientados a los alumnos para que construyan activamente las capacidades intelectuales para operar sobre símbolos, ideas, imágenes, representaciones, conceptos y otras abstracciones que constituyan en el campo del saber y del saber razonar. También se ha tenido en cuenta el saber hacer, es decir aquellas capacidades que apoyándose en conocimientos intelectuales y valorativos se despliegan en habilidades comunicativas, tecnológicas y organizacionales. Y como base de todo ello los contenidos que promueven el desarrollo de los valores y actitudes, lo que podemos denominar «el saber del ser».
De esta manera el saber, saber razonar, saber ser organizan la propuesta de los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. para el desarrollo de las capacidades personales y sociales que la escuela debe promover para permitir a los jóvenes participar como miembros plenos de una sociedad que, junto con ellos, recupera y mejora la calidad de vida de todos sus miembros.
La especificidad de la infancia como etapa de la vida del ser humano ha puesto de manifiesto la necesidad de estudiarla. Así, se ha establecido al niño en su primera infancia como un persona con una serie de capacidades encaminadas al desarrollo y, por lo tanto, con un altísimo valor desde el punto de vista de la psicopedagogía. Si bien es esencial entender este desarrollo como un proceso constructivo en el que el papel del niño es activo no se puede olvidar que la estimulación física y social de adultos e iguales va a promover este desarrollo.
Al nacer, la cría humana se encuentra más desvalida y menos desarrollada que en el resto de los mamíferos. La herencia y el calendario evolutivo de nuestra especie es el punto de partida que posibilita el desarrollo humano. Así, el bebé nace dotado de reflejos innatos que el tiempo y sobre todo la estimulación e interacciones con los demás va a convertir poco a poco en movimientos voluntarios. Muchas serán las capacidades que se desarrollarán a lo largo de estos primeros años y algunas serán esenciales como el lenguaje y la capacidad de simbolización. Éstas comenzarán a aparecer cuando el niño vive exclusivamente en familia y continuarán afianzándose o ampliándose a lo largo de la primera escolaridad del niño.
Por ello la estimulación que puedan dar los padres, los iguales y los educadores en estas edades va a mediatizar el correcto asentamiento de las capacidades. Numerosos estudios demuestran que las experiencias de los primeros cinco años de vida son las que marcan el desarrollo cognitivo e intelectual a lo largo de la vida.
A partir de ello psicólogos y educadores han caracterizado al niño como persona que constituye una unidad integrada en todas sus facetas. Pero más allá de ello se le considera como un ser único y diferente de los demás, que a lo largo de su infancia va a estar en desarrollo continuo, con capacidad para intervenir en su entorno físico y social y por lo tanto para construir. Su dimensión sexual también es contemplada.
Los objetivos marcados tanto en la LOE como en el RD 1630/06 se enmarcan en el denominado primer nivel de concreción curricular; esto es, son objetivos base desde los que partir y que sirven de guía para poder ser desarrollados en el segundo, tercer e incluso cuarto nivel de concreción (centro, aula y alumno en particular).
El Real Decreto 1630/06 establece como su objetivo principal el «Lograr un desarrollo integral y armónico de la persona en los distintos planos: físico, motórico, emocional, afectivo, social y cognitivo y procurar los aprendizajes que contribuyen y hacen posible dicho desarrollo». Esta caracterización de los objetivos los convierten en guía y medio orientador para conseguir los aprendizajes del alumnado: los objetivos no son cerrados, definitivos u observables sino las intenciones pedagógicas y las capacidades que se espera que el alumnado desarrolle al final de esta etapa. Por ello son abiertos y flexibles y, por tanto, concretables a cualquier realidad y contexto educativo, desde el Estado al mismo aula o alumno.
Aunque se trata de una misma etapa escolar, las enormes diferencias que se dan en el desarrollo del niño a estas edades hacen que existan algunas diferencias a la hora de abordar la programación en cada uno de los dos ciclos de Educación Infantil.
Aunque desde instituciones como la Unión Europea se ha pretendido repetidamente incrementar la escolarización a edades tempranas, en España siendo la tasa en el segundo ciclo mayor que la media europea, en edades menores correspondientes al primer ciclo es relativamente baja, con un 27% en 2007. Esta baja tasa de escolaridad se ha visto agravada por la variedad de leyes orgánicas promulgadas en las últimas décadas y que no sabían situar a este grupo de edad. Si bien la LOGSE implantó en el Estado este ciclo pero no lo desarrolló, la posterior LOCE supuso un retroceso para ello a reconvertirlo en etapa no educativa, etapa-ciclo que se ha recuperado con la LOE pero que sigue aún encontrándose en un limbo de dependencias entre diferentes consejerías sociales de las Comunidades Autónomas.
En la actualidad el segundo ciclo se imparte en centros propios o compartidos con primaria (CEIPs o centros de educación infantil y primaria). Son dependientes del MEC o las consejerías de educación de cada Comunidad Autónoma.
En realidad las diferencias técnicas con la programación en el primer ciclo no deben ser muchas. Sí es preciso partir de un conocimiento preciso del alumnado de este etapa (siguiendo la diferenciación que establecía Jean Piaget en estadios de desarrollo, el alumnado del segundo ciclo abarca a niños de los subperiodos simbólico-preconceptual e intuitivo) por lo que la programación debe ir en función de las características psicoevolutivas. Otro aspecto importante es que la programación ha de partir de los principales documentos del centro, como son el Proyecto de Centro y el Proyecto Curricular de Ciclo.
Su fundamentación psicopedagógica ofrece una nueva visión del niño y de sus potencialidades educativas. Para ello esta reforma reformó considerablemente la educación con la introducción en el currículo de aspectos como el trabajo por rincones y por talleres o la selección de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Pese a tratarse como renovadora, esta práctica educativa se sustenta en las propuestas de autores del siglo XIX y principios o mediados del XX pertenecientes a las Escuelas Nueva y Moderna y también a los Movimientos de Renovación Pedagógica existentes en la actualidad.
Aunque obviamente no se trata del único espacio educativo, el aula es el más importante de ellos al desarrollarse en ella la mayor parte de actividades y por ser el lugar donde del alumnado permanece la mayor parte del tiempo. Las señas de identidad de un maestro y de un centro se van a concretar y explicitar en la organización de este espacio que debe aparecer supeditado tanto alumnado como al modelo educativo que se desea establecer.
La etapa de Educación Infantil trabaja con disposiciones organizativas diferentes a las de otras etapas de enseñanza (quizá solo ésta y educación primaria trabajen de esta manera). Dos de ellas son la organización del aula por rincones de juego y el trabajo por talleres.
El juego es una actividad esencial para los distintos tipos de desarrollo humano y se le considera como una función adaptativa en la persona. Para Jerome Bruner el juego aparece ligado a las primeras etapas de desarrollo y permite resistir la frustración de no ser capaz de obtener un resultado que es importante cuando se aprende. Es una actividad con un fin en sí misma que va a ayudar a la preparación para toda actividad posterior.
Por lo tanto, en la etapa de Educación Infantil, se considera al juego como un motor de desarrollo que posibilitará al niño adaptarse a las distintas realidades en las que vive: social, moral, física... Será el juego simbólico o dramático (protagonizando papeles sociales sobre sí mismo) el modelo de juego esencial a lo largo de esta etapa educativa.
Rincones de juego simbólico en el aula son los que representan actividades propias y motivadoras del adulto en la vida diaria y que casi de manera espontánea consiguen el interés del niño. La casita, la tienda o la cocinita son ejemplo de ellos si están educativamente planificados dentro del aula. Autoras como Ibañez Sandín ofrecen propuestas originales a este respecto.
Con la implantacíon de la L.O.E. se evaluciona en la transversalidad continuando en la idea de que la escuela siga adaptándose a las demandas y problemas que genera la sociedad.
El maestro o maestra especialista en educación infantil (segundo ciclo) debe poseer la Diplomatura en Magisterio homologada por el MEC o las Comunidades Autónomas. Para el primer ciclo solo es necesario el título de técnico en puericultura o Jardín de Infancia. Además de ello la formación continua del profesorado es esencial para garantizar la especialización en una etapa educativa muy sensible a todos los cambios sociales. Los centros de profesorado son los encargados de ofertar en primera instancia esa formación a lo que se le suman grupos de trabajo desde el mismo centro o formación específica que se oferte exteriormente.
Aunque aún es corriente la percepción familiar que la confunde con la antigua etapa educativa española de preescolar (en la que las capacidades asistenciales del profesorado primaban sobre las educativas) las familias de hoy demandan un mayor componente educativo en la educación de sus hijos. Esto se debe a que la sociedad es ya más sensible a las capacidades educativas del alumnado de entre tres y seis años, a las posibilidades de los nuevos métodos puestos en práctica en los últimos años y a la inclusión de esta etapa en los centros que también imparten la Educación Primaria Obligatoria.
Las relaciones entre la familia del niño y el profesorado de Educación Infantil son esenciales a lo largo de toda esta etapa. Por ello, la legislación prevé como esencial la programación y planificación de este tipo de relaciones. Desde los planteamientos pedagógicos de esta etapa educativa se propone avanzar hacia una educación compartida o conjunta entre el profesorado y la familia del alumno. Ambas instituciones, escuela y familia, no deben ser agentes estancos e incomunicados que solo interactúan en ocasiones muy especiales (periodo de adaptación, reuniones, fiestas, entrega de boletines...) Por ello el centro escolar debe potenciar la participación activa de la familia en la educación escolar del niño, haciéndole sentir responsable a través de los diferentes medios pedagógicos que se programen a nivel de centro. Pero no solo dentro del centro, la educación en casa debe ser consensuada entre ambos, ofreciendo el profesorado pautas científicas y utilizando a la familia como principal medio de información sobre cómo se está produciendo el desarrollo del niño fuera del centro.
Algunos de los medios de participación más comunes son: las AMPAS (Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos), las Escuela de padres y madres, las reuniones (tanto formales como no formales) o la participación en diferentes actividades escolares como pueden ser los talleres o día del alumno (protagonista de la semana).
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